jueves, 27 de mayo de 2010

Siempre estaré a tu lado

Muchas veces creemos que nuestros problemas son los más graves, y que no puede haber nada peor. Pero esto no es cierto, nuestros problemas son importantes para nosotros, pero a veces hacen que dejes los tuyos a un lado.

Y me explico.

Hace una hora me enterado que uno de mis mejores amigos no se encuentra bien, y la primera reacción es quedarte sin palabras. Lo haces porque no sabes como reaccionar, que decir o como actuar.

Y el problema, por desgracia es médico.

Me diréis que todo tiene arreglo, y eso mismo le decía hace bien poco a una amiga, pero cuando nos pasa a nosotros es distinto, lo vivimos en primera persona, y ya es distinto.

Y la cuestión que lo único que quiero hacer ahora es dejar mis problemas, que son muchos y grandes para mi, para sólo desear y hacer lo que sea para que se recupere.

Pero si además estos problemas se unen a otros que ya felizmente ha superado, pero que te dejan mella, y otros muchos y graves que no viene al caso mencionar, te preguntas porque la vida, o quien sea, se ceba siempre en los mismos. No es justo, no lo es y quiero ponerlo de manifiesto.

Amímate, cúrate, y salgamos pronto a tomar esas cervecitas prometidas, porque te echamos de menos.

Estoy, y estamos a tu lado y mañana te lo demostraremos.


miércoles, 26 de mayo de 2010

De ser bien nacido, es ser agradecido

Todo proceso tiene que llevar su tiempo, pero esto no suficiente. Por mucho que des vueltas y vueltas a una idea, hay que hacerla salir de ahí dentro.

El proceso para sacarlo es difícil, y se intenta y no sale como lo estabas pensando.

Pero por suerte, siempre surge alguien, en mi caso una nueva amiga, que con sus escritos y sus sabios consejos hace que aflore eso que tenías ahí dentro escondido, y por fin sale a la luz.

Cuando se plasma todo lo que llevas dentro, es comparable al buen sexo.

Sólo decirte gracias amiga, y sigue ahí apoyando y escribiendo esas maravillas que me siguen dando envidia.

Sinceros besos.

sábado, 22 de mayo de 2010

Todo tiene un final...

Toda relación tiene una final. En casi todas las que he conocido hasta ahora, ese final era la muerte. Tétrico, pero es la verdad.

Pero cada vez más a menudo en mi pequeño mundo, este fin se produce mucho antes, como he podido comprobar en la mia propia.

Conozco gente que aguanta lo indecible en una la relación por miedo. Miedo a que va a a ser de mi cuando este solo. Miedo a que dirá de mí mi familia, mis amigos, mi tía la de Cuenca. Pero el miedo peor es el miedo a que me hará la otra persona. Esto está ocurriendo cada vez más, pero por suerte no es mi caso.

Yo tenía miedo a estar solo. Si, tengo que reconocerlo. Mi relación fue, cómo decirlo, artificiosa. Quizás fuese el último barco de dos personas, y accedimos a tomarlo.

Puede que en un principio hubiera algo parecido al amor tendiendo a cariño, no sabría muy bien como calificarlo. Y sé que puede que no sea justo, pero ahora es como lo veo.

Hubo buenos tiempos de compartir todo, y muy felices que todo hay que decirlo, pero no duraron mucho, entre nosotros se fue colando algo que nunca nos abandonó. Poco a poco compartíamos menos cosas y hablábamos menos.

También nos ocurrió lo más maravillo de todo, nuestra hija. Se convirtió, como en todas las familias en el centro de todo.

Esto no fue suficiente, el muro tenía fuertes pilares, y cada día se levantaba más alto. También tengo que reconocer que no hice mucho por evitar que se levantara, me centré en mi y el resto no importaba demasiado.

Y así fue pasando el tiempo, y cuando lo miras ahora y piensas que podrías haber hecho algo, pero ves a la otra persona y piensas que podría haberlo hecho también. Quizás la solución hubiera estado que lo hubiéramos hecho los dos a la vez, pero sin hablar es difícil.

Y después de todo esto empieza lo peor que en mi opinión puede pasar en una relación, las sospechas y las desconfianzas. Como siempre se empieza por pequeños detalles, pequeños cambios de la rutina habitual, un nuevo trabajo, muchas pequeñas cosas que por si mismas no tienen mucho sentido ni trascendencia, pero cuando las sumas hace que pienses, y te digas ¿me está engañando?

Y haciendo caso a ese dicho tan español de "piensa mal y acertarás", acerté. Si que me engañaba, y como se dice "de palabra y de hecho"

Señores, si tengo que reconocerlo, he sido un cornudo, y la verdad cuando te enteras jode, y el que diga que no, miente cual bellaco.

Pero si me apuras, eso, una vez visto como evolucionó todo, no pasa por ser un mero accidente, casi necesario para despertarnos.

Lo peor no fue ese o esos hechos aislados, a mi me consta uno, que fue el que comprobé, sino lo que he conseguido entender hasta el momento que son las mentiras, una detrás de otra, y a cada una más infantil. Pero en fin, allá cada uno con su conciencia.

Y es esta situación cuando apareció mi miedo, ese que os contaba antes, el miedo a estar solo, y que hace que creas que sigues enamorado de la otra persona, y pese a haber sufrido quieres hacer borrón y cuenta nueva, y empezar de nuevo.

Se intentó por más de seis meses. Se buscó ayuda de terapeutas de familia, se habló en ese tiempo más que todos los años de relación que fueron casi trece, pero ese muro era insalvable y no hubo manera de tirarlo abajo.

Me acusaba de que la había dejado sola durante demasiado tiempo, que no me fijaba en ella, que no le decía nada sobre ella, y que en cuanto apareció alguien en su vida que si se las decía, pues para que decir más.

No cuestiono lo que hizo, sino el como lo hizo. Si es verdad que seguía con la relación por "comodidad", y empezó a ver en esa otra persona algo o mucho que no veía en mi, para mi lo que tenía que haber hecho es decir que "hasta aquí hemos llegado" y que cada uno siguiera por su camino. Me parece que hubiera sido lo más justo para los dos.

Pero su comodidad iba unida a nuestra escasa comunicación. Pero hay que tener en cuenta que es difícil hablar con alguien que cuando le preguntas en que piensa, su respuesta sea siempre, y digo SIEMPRE, no pienso en nada. Es frustrante.

Pero bueno, todo llega a su fin, y ese día si que hablamos, y sí dijo lo que pensaba.

Desde ese día hasta hoy han pasado casi seis meses y seguimos compartiendo casa, que no relación. Cosas del divorcio, de abogados y de bancos, pero esa es otra historia que algún día me animare a contar.

Hay otra cosa que me gustaría decir, y apoyándome de nuevo en la sabiduría popular que dice "que no hay mal que por bien no venga", gracias a todo este proceso he recuperado a un amigo que perdí por el camino y sobre todo he recuperado a un hermano que tenía olvidado, pero que ha sabido estar cuando le necesitaba. Gracias hermano.

Ya sólo queda daros las gracias por haberme dedicado vuestro precioso tiempo en leer estas humildes letras.

Espero veros pronto de vuelta por aquí para que os cuente más cosas, porque después del final, siempre hay un nuevo inicio, pero eso ya es otra historia que esta pasando ahora mismo.

Gracias